Uno que otro sábado, después del ballet de mi princesita, vamos a
almorzar con unos amigos. Esta vez fuimos a una pizzeria. Las niñas se sentaron
en una mesa de dos y cotorreraron y jugaron con sus muñecas. Los nenes
hicieron lo mismo pero optaron por la lectura.
Ya acomodados, comenzamos la charla. En los monitores tenían
el concierto de U2 360° Tour
(brutal, por cierto). En la mesa de al lado había una familia con un
bebé de no más de año y medio, quien disfrutaba de la música. Eso provocó que
mi amigo, músico y profesor de música, se interesara en la gozadera que tenía
aquel chiquillo.
Los padres nos comentan que lo tienen en kindermusic y que siempre le
ponen música clásica. “Qué bueno” , les dice el profe, “Cuando exponemos a
nuestros hijos a las artes, entre ellas la música, formamos seres más
sensibles”. Esto último tiene mucha relevancia para lo que sucedió pocos
minutos después.
Después de que aquella pareja y su hijito se marcharon, hizo entrada al
local una mujer cuya apariencia física claramente mostraba que no tenía hogar.
Yo observaba cómo se iba acomodando. Sacaba unos libros de entre sus
pertenencias y se sentó. Mi amigo no se había dado cuenta de su presencia
porque estaba de espaldas a ella. De repente me dice, “¿Mano, qué es ese mal
olor?” y se voltea para descubrir la procedencia del mismo.
Yo observo que viene el mesero a la mesa de la muchacha y pienso “Qué
chavienda. Ahora viene éste a tratarla mal”. Para mi sorpresa, el mesero se le
acercó y le preguntó que si se le ofercía algo. Ella, en inglés, le dice que
quiere un vaso de agua y el menú. Él, muy atento le trae lo que ella pidió.
Nunca intentó sacarla y le tomó su orden.
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©2012-Carlos Torres |
Luego de todo esto, el Profe le pregunta al mesero que qué ella pidió y
él le dijo que dos pedazos de pizza.
-“Pero tiene pa’ pagar?” preguntó,
-“No sé” contestó el otro.
-“Dime cuánto es que yo lo pago”
Después de pagar, nos despedimos y nos fuimos.
Ya en el carro, comienzan las preguntas de mis hijos sobre quién era la
señora, porqué estaba así si ella había escrito un libro, porque estaba en
Puerto Rico si era americana, si su familia sabía dónde estaba etc., hasta que
llegó la pregunta que no esperaba:
¿Por qué Dios
permite que no tenga hogar ni comida?
Ay, mi madre. Y ahora qué contesto.
En menos de 10 segundos mi mente corría a 100 mph buscando qué decir para salir
de este aprieto. “Señor, esto es asunto tuyo, sácame de esto” imploré.
Les contesté:
“Dios permite esto para que nos acerquemos más a Él, ya que se hace
presente en esas personas. Él dijo que si lo hacemos con los más necesitados,
entonces hacemos lo mismo con el Padre”
“Porque tuve hambre y me diste de comer”
“Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más
insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron” (Mateo 25, 31-46)
¿Qué aprendimos de
ésto?
Aprendimos que tenemos que ser sensibles al dolor y
sufrimiento del
otro. Que no debemos juzgar sin tener conocimiento. Y que en el rostro del necesitado se
esconde Dios.
Nota: Gracias Profesor por ser parte de esta lección para mí
y mi familia. Eres un ser extraordinariamente sensible.
Me fascino este articulo y quiero compartirles mi experiencia. El domingo pasado estuve en la Actividad de Pet Fest en el Morro. Alli estaba colaborando con una joven en su Proyecto de Medalla de Oro' Mueve tu cola toca un corazon". Ese dia estabamos llenando una solicitud a las personas interesadas en inscribir a sus perros como terapista canino. De momento veo una señora que se acerca y quiere que le explique sobre la Terapia Canina y asi lo hago. Durante la conversacion siento un olor muy peculiar ycontinuo, ella busca a su perrito y me dice yo quiero inscribirlo. Cuando llena la solicitud en la parte de la direccion escribe"Plaza Colon" era una persona sin hogar.
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