Hacía un
tiempo que mi hijo venía pidiéndome que lo llevara a Plaza Las Américas para
comprar unos muñecos de “Dragon Ball Z” en una tienda de coleccionistas. Ya con
saber el tipo de tienda me sospechaba que los dichosos muñecos costarían un ojo
de la cara y la mitad del otro.
Estuve
evadiendo el asunto toda la semana, pero el chico se encargó diariamente de
recordarme el asunto. Al parecer se dio
cuenta de que su Padre no tenía intensiones de hacer semejante inversión y
finalmente tomó una decisión:
─”Ok papá,
que tal si me llevas y los compro con mi dinero”
─”Me parece
bien” le contesté.
Agarró su
cartera y con ella sus ahorros. Estaba súper feliz. Por fin tendría los
anhelados action figures.
Llegamos a
Plaza y de camino a la tienda me dijo un millón de veces lo emocionado que
estaba. Al fin llegamos. Entramos y comenzamos la búsqueda. En los estantes no
encontramos lo que buscábamos y me dice:
─”Que tal
si preguntamos a un empleo”
─”Empleado”
le corrijo.
─”Sí,
empleado” me contesta.
─”Ok, ve y
pregúntale a la chica de la caja registradora”
Se dirigió hacia
la chica y le dice:
─”Con
permiso, estoy buscando un Goku o un Vegeta. ¿Los tienes? Preguntó.
─”Déjame
ver” ella contesta
Buscó en
los estantes y no encontró nada. Mi chico puso cara de frustración y le pedí a
la chica que si era posible que buscara en el almacén, a lo que amablemente
accedió.
Al fin
llegó con tres muñecos en sus manos y el brillo en los ojos de mi hijo era tan
especial que hasta yo me emocioné. Bueno, ahora la parte difícil, escoger uno.
Le pregunto al chico:
─”¿Cuál
quieres?”
─”No sé,
¿pueden ser los tres? preguntó
─”Déjame
preguntar cuánto cuestan”
Le pregunto
a la empleada y al decirme el precio esta fue mi reacción:
─¿Cuaaaantooo?
Exclamé sorprendido como Maceta Jiménez*
─”Sí, ese
es el precio de cada uno. Recuerde que son de colección”.
Le digo al
chico que solo podía comprar uno porque eran muy caros, pero él me dice que
tiene el dinero. Yo traté de convencerlo pero me dijo:
─”Papá,
míralos, son fascinantes”
─”Chico,
son muy caros. Compra solo uno”. le insistí
Acto
seguido vino la sorpresa de la noche. Algo que nunca había visto a mi hijo
hacer. Negociar el precio. Quedé maravillado y lo dejé trabajar la situación
solito. Logró una buena rebaja, pero aún así eran muy caros (no les diré el
precio para que no infarten). Terminó comprando dos de los tres muñecos y
estaba súper contento.
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©2012-Carlos Torres |
Al salir de
la tienda le comenté de lo caros que eran y que había gastado casi todos sus
ahorros. Se puso nervioso y me dice:
─”Papá,
debiste detenerme”
¿Qué aprendí de esto?
Habrá quien
piense que sí debí detenerlo, pero ahí estaba la lección. Había que dejarlo
pasar por la experiencia para que así entendiera lo que es malgastar el dinero
y sus consecuencias. Enseñemos a nuestros hijos el valor del dinero. El mío
asegura haber aprendido la lección (esa es la idea).
*Maceta
Jiménez es un personaje de la televisión puertorriqueña que representa a la
gente tacaña.