martes, 11 de septiembre de 2012

El Niágara en bicicleta


¿Quién no se acuerda cuando aprendió a correr bicicleta sin las rueditas de atrás? ¿Recuerdas que estabas asustado? ¿Recuerdas a tu Padre gritándote “¡Pedalea, pedalea!”? Pues ahora es mi turno de enseñar.

Para unas Navidades, mis hijos pidieron bicicletas y las recibieron. Yo, como todo padre, comencé la tarea de enseñarles, pero mi viejo nunca me dijo que era tan difícil. Así que decidí volver a instalar las famosas rueditas.
Un día, mi hijo salió a correr su bici -aún con las rueditas de atrás- y a los pocos minutos regresó furioso.

─Estúpida bicicleta─gritó.
─¿Qué pasó?─le pregunté.
─Esos niños me dijeron que me veo tonto con las rueditas. Ya no quiero correr más bicicleta─reaccionó.

Fue tan serio el asunto para él, que estuvo dos años si volver a intentarlo.

En todo ese tiempo, insistí y lo motivé pero no tuve éxito.

Confieso que me sentí frustrado. Pensé que había fallado como padre en enseñarle algo tan básico.

Luego, durante este verano, la Chiqui se motivó y lo logramos. Salió corriendo su bicicleta en dos o tres días. Su hermano agarró su bici y  finalmente decidió intentarlo. Yo, ni corto ni perezoso, comencé con mi special project.

Luego de haber trotado el equivalente al maratón de Nueva York -sin rebajar ni una onza de mi panza- con la espalda doblada -aún me duele- y agarrando su asiento por la parte de atrás, finalmente lo logró.

Todo era cuestión de tiempo y paciencia.

Les comparto el video de tan maravilloso momento.
 

 




3 comentarios:

  1. En esas estoy como chico...pero no tengo mucha paciencia y el tampoco :(

    ResponderEliminar
  2. Que emoción! Esto de la maternidad y paternidad es hermoso! Todos los días vivimos experiencias nuevas!!!

    ResponderEliminar